domingo, 14 de octubre de 2012

Un dos, un dos, quiero volver atrás.

Es imposible regresar a la niñez, cuando tenías esos amiguitos inanimados que dependían de tí, ese amigo invisible, Bill, con el que tanto discutías porque se enteraba de todos tus secretos inconfesables, pero que un buen día desapareció...
Ahora te tienes a tí misma y eres la que más te lastimas por no aceptar cómo vienen las cosas. 

Nunca te gustaron los príncipes azules porque desde tus juegos infantiles te recreabas en ser la reina de los desamparados. Parecía romántico, y te enamoraste de los peores, aquellos que se aprovecharon de tu vulnerabilidad, de esa falta de afecto.

Seguir el camino de baldosas amarillas parecía una buena idea, pero cuando regresaste a casa ya no eras la misma. Deseaste que todo hubiera sido un mal sueño, pero fue a peor.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

El sonoro despertador sirve de comparsa a mis descompasados latidos. No me molesto en mirar la posición de las agujas, ante el pesar de transcurrir la noche viendo las horas pasar. 
Pensamientos inconexos se cruzan en mi cabeza, pero no puedo hacer otra cosa que esperar a mañana.
Me asusta pensar en el futuro, a pesar de querer dejar atrás el presente. Erróneamente vivo del pasado; intento en vano de recuperar esa inocencia, o más bien ignorancia de cuanto acontecía a mi alrededor.

Cierro los ojos en un  lamento y me veo en una soleada mañana de verano, jugando junto a mi casa de muñecas, aquella que mi padre construyó. Avanzo en el tiempo y me duele pensar en el día que su constructor la derribó, aquel día en que fuí consciente de que el mundo adulto no era como el que soñaba a través de mis muñecas.
Me inquieta todavía recordar el momento en que mis compañeros de juegos se volvieron inanimados para siempre. Cumplo mi misión de madre desolada, vistiéndolos de sus mejores galas, a sabiendas de que no volverán a ver la luz. Todos están juntitos en la grande caja de pañales, pero yo me quedo sola. 

Doy vueltas y vueltas en la cama hasta acurrucarme como un recién nacido. Algo ha cambiado en mi cuerpo, me he hecho adulta como mi Barbie Destellos, aquella a la que le encomendaba un buen trabajo y un bonito cuadro familiar...

Intento soñar que el Vampiro Lestat me elige como compañera de viaje, alejándonos de la realidad, pero un despertador interrumpe mi corta aventura con El príncipe de las tinieblas.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Una vez más me dirijo hacia mi destino, Bilbao. Tras de mí queda la figura de mi padre, despidiéndome en la estación, desvaneciéndose y haciéndose cada vez menos visible. Así también los buenos momentos que hemos compartido, que ahora sólo son recuerdos. Observo el tecnificado tren en que viajo y no puedo evitar pensar en la primera Locomotora, Mataró, tal como Don Miguel nos la describía en clase de Historia. 

El tren hace su rutinaria parada en Miranda y al asomarme a la ventanilla me topo con una mujer cuyo rostro me resulta conocido. Creo recordar a una niña pecosa, tímida y soñadora, que jamás pensó en cuando creciera y tuviera que partir. 
Escucho en mi mp3 "The reflex", de Duran Duran, y me pregunto qué habrá sido de ese grupo y otros tantos que decoraban la habitación de mi hermana. 
Voy a sacar el bocadillo y algo cae de mi mochila. Cojo del suelo un pequeño álbum de fotos y una de tantas veces más lo ojeo: Mi hermana en la antigua fregadera de mármol, mi madre fregando, mi abuela con mi primo en brazos...

Mi abuela...No puedo retirar la mirada de los gladiolos blancos que adornan su féretro. "Sabina ha sufrido una larga..." Por favor, Don Pedro, todos lo sabemos. Prefiero aislar de mi memoria su encogido y reducido cuerpo inerte, para recordar a la Sabina fuerte y cuerda que nos reunía a merendar a los nietos. Recuerdos de cuando jugábamos a maestros en la pequeña pizarra, cuando mi primo Santiago nos hacía ensayar los villancicos, cuando mi prima Elena....

En el banco de la Iglesia estoy junto a mi madre. Intento aferrarme a su menuda figura, buscando protección...¿Pero qué estoy haciendo? Debería ser yo ahora quien la protege a ella. 
Siento todas las miradas clavadas en mi nuca, no puedo respirar, necesito volver a mi jardín. 

domingo, 26 de agosto de 2012

Femenino-Plural



Una muñeca o muñeco es una figura; generalmente de un bebé, una niña o una mujer hecha de madera, cartón, trapo, plástico, etc; que sirve de juguete y entretenimiento a las niñas. Las personas adultas las coleccionan, y las niñas las miman.

Las muñecas son juguetes destinados a las niñas en los que pueden recrear algunas de las labores propias de la maternidad: cambiarlas de ropa, peinarlas, mecerlas, acostarlas, etc. Para ello, se venden todo tipo de accesorios relacionados con la muñeca: vestidos y conjuntos para diferentes épocas del año, artículos de tocador, cunas, cochecitos, etc. Para las niñas, las muñecas, además, constituyen ideales compañeras de juegos.

Se asume normalmente que los humanos nacen con pocas conductas establecidas, y que es durante la infancia, la niñez, cuando adquirimos por un proceso de aprendizaje la mayor parte de esos patrones de conducta. En la formación de la propia identidad es mediante "el juego" como los niños ensayan y asumen esos roles, o patrones de conducta.

Las sociedades cambian, y con ellas los patrones de conducta esperados de hombres y mujeres. También los referentes infantiles para construir la identidad propia con la que desenvolverse en el futuro como adultos, pero la historia de nuestros antepasados prevalece de padres a hijos, enriquecida por la tradición


En buena medida, la mujer internaliza muchos de los roles que luego tendrá que poner en práctica en su vida adulta jugando con muñecos. El aprendizaje del rol de madre, del rol de esposa, la idea de ama de casa, la de mujer trabajadora, la creencia en la existencia de "príncipes azules", el sometimiento a los códigos estéticos de belleza, las creencias religiosas, el afán de fetichizar objetos de consumo, y el largo etcétera de elementos que tradicionalmente se han venido utilizando para conformar un "ideal" social de identidad femenina.
Las sociedades cambian, y con ellas los patrones de conducta esperados de hombres y mujeres.
Generalmente se distingue entre buenas costumbres que son las que cuentan con aprobación social, y las malas costumbres, que son relativamente comunes, pero no cuentan con aprobación social, y a veces leyes han sido promulgadas para tratar de modificar la conducta.
También los referentes infantiles para construir la identidad propia con la que desenvolverse en el futuro como adultos. El proyecto que les presentamos, pretende reflejar ese cambio, y entronca con otros trabajos realizados anteriormente sobre la identidad femenina, la niñez como época de aprendizaje, los muñecos como condensadores de conductas y comportamientos del mundo adulto, y el aprendizaje del culto a los objetos de consumo.

martes, 1 de mayo de 2012






  

  "Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
      tal vez despertará;                        
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
      ¡así no te querrán!"

     GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER